El incandescente rostro almidonado muerde nuestra vision como bocanadas feroces de lobos hambrientos, atragantados por su gula, escupen la baba de ayer y tragan la miel de hoy, desorbitados y confundidos como nativos en pleno saqueo, miran al cielo y reconocen que la luna se ha derretido, se ha consumido en su esencia y extinguiose, finalmente, por toda la eternidad.
Christian Valdiviezo